Experiencias del 28/04 al 30/04
Esta semana ha sido atípica y especialmente breve, ya que solo contó con tres días lectivos. Además, el inicio estuvo marcado por un hecho poco común: el lunes se produjo un apagón a nivel nacional que también afectó a varios países. Este incidente provocó que se activaran medidas especiales desde el ámbito educativo. Aunque el martes los colegios permanecieron abiertos, no se llevaron a cabo actividades lectivas como tal, y la jornada se centró en el acompañamiento del alumnado sin avanzar en contenidos curriculares.
En nuestro colegio, La Inmaculada del Triunfo, la asistencia fue más reducida de lo habitual, pero eso no impidió que se aprovechara el día de forma constructiva. Con los niños y niñas de 5 años, por ejemplo, realizamos una asamblea muy enriquecedora en la que compartieron cómo vivieron el apagón: hablaron sobre cómo se organizaron en casa, cómo cocinaron o qué sintieron al no tener electricidad. Fue una oportunidad perfecta para desarrollar la expresión oral, la escucha activa y la reflexión sobre lo cotidiano, y lo no tan cotidiano.
En tercero de primaria, la jornada se convirtió en una ocasión para reforzar los lazos del grupo. Jugaron a un juego cooperativo en el que cada alumno debía decir dos adjetivos positivos sobre un compañero, fomentando así la autoestima, la empatía y la cohesión de grupo.
En el aula de 3 años, la actividad se centró en el arte y la imaginación. Los más pequeños disfrutaron coloreando dibujos relacionados con la granja, lo que les permitió continuar reforzando vocabulario y desarrollando su motricidad fina en un ambiente relajado.
Por su parte, en segundo de primaria, al haber asistido prácticamente todo el grupo, se optó por repasar los contenidos trabajados en días anteriores. Fue una jornada tranquila pero provechosa, que sirvió para reforzar conocimientos y resolver dudas en un clima más distendido.
A pesar de las circunstancias excepcionales, esta semana ha sido un recordatorio de que cada día en la escuela puede convertirse en una oportunidad para aprender desde la experiencia, la convivencia y el diálogo, incluso cuando los planes se desvían de lo previsto.
Además, durante una de las sesiones con la clase de 4º, jugamos una partida del popular juego de rol La Aldea de Castronegro, en la que tuve el papel de conductora. Esta actividad transformó el aula en un auténtico escenario de misterio y estrategia. Cada alumno recibió un personaje con una identidad secreta: aldeanos, hombres lobo, la vidente o el cazador, entre otros. El objetivo del juego es que los aldeanos descubran quiénes son los hombres lobo que se esconden entre ellos antes de que estos eliminen a todos. Para ello, los niños deben argumentar, defenderse, sospechar y votar, lo que genera un ambiente de emoción y colaboración.
Más allá del entretenimiento, esta dinámica promueve un gran abanico de aprendizajes. A través del juego, el alumnado ejercita la expresión oral, la argumentación y la escucha activa, ya que deben convencer a sus compañeros sin revelar su identidad. También se trabajan habilidades sociales como la empatía, el pensamiento crítico, el respeto por los turnos de palabra y la tolerancia a la frustración. Además, al tratarse de un juego por turnos y con normas claras, se fomenta la atención, la memoria y la capacidad de seguir estructuras lógicas. La Aldea de Castronegro es, sin duda, una excelente herramienta para desarrollar el pensamiento estratégico y fortalecer la cohesión grupal de una forma divertida e inclusiva.
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